Wednesday, May 26, 2010



Añejo recital,
embalsamo mi alma,
entre las grietas
de sus cortezas
anida el humo blanco,
decrepito y ancestral maestro.
Ni rocas, ni arboles,
soportan su alieto,
resquebrajada queda su piel,
en el angosto trajin,
del tiempo.


Cada paso, el sonido
del crujir de la ojarasca
y el hielo,
sacia mis oidos,
no percibes nada mas,
tus manos adormecidas intentan,
¡reacionar!,
tu rostro cuarteado,
las piernas martillean el suelo
de esta melodia,
¡el pecho te arde!,
sientes el aire
gelido en cada poro
de tu piel,
sin darte cuenta
que expresan,
el tiempo caminado,
sendero inhospito
de belleza y sufrimiento

1 comment:

Anonymous said...

¿Belleza melancólica? Yo creo que las cosas tristes, melancólicas, también pueden ser bellas e interesantes. ¿O no?