Implora en tu desdicha
el perdón de tu alma.
Sucumbe al gélido abrazo,
de la compasión; que afana
codicioso, el diamante
extravagante de la esperanza,
tedio estrambótico, cruel amante
despojada, dulce ambrosía,
sus labios, eterno vacio
su llanto, ferviente corazón
helado, bajo la losa del mausoleo,
su cuerpo yacerá, mas aun,
su recuerdo vivirá.
En las paginas del recuerdo,
latirá su imagen, hasta que el olvido,
o el sueño, hagan su trabajo,
bendita noche, huraño huésped,
tan inmensa, tan sagaz,
tumbado en el césped,
de mi memoria,
embriagado por el bálsamo,
del destino,
cabalga herrante,
la insondable tristeza,
mientras la lluvia,
recorre mi espalda,
me derrumbo
ante mi mismo,
inherte suspiro,
emana el viento,
susurro incierto,
recorre la playa,
de los sueños
malditos.
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