Aun recuerdo aquel lugar, lugubre y frio, cemento y bloques fueron testigos, la tenue luz de las velas, se perdia en la oscuridad de nuestros cuerpos, cerraste los ojos, nunca habias estado alli, y aun asi los cerraste. Cogí tu mano, temblorasa, tus pasos eran lentos e inseguros, las rodillas se estremecian a cada paso, como si fueran a desfallecer, por la incertidumbre que te producia el mundo, en el que te adentrabas.
Tus ojos salieron de las tinieblas, el pañuelo de seda negro que cubria tu rostro, se deslizo por tu espalda semidesnuda, haciendote estremecer mientras contemplas un estrecho pasillo, de velas perfilado, las pardes se ocultaban en las sombras de las llamas languidecientes, que danzaban al son de la brisa nocturna, que se abriapaso desde la noche, a pocos metros de la entrada.
Las telas trepaban por el cemento que fundia los bloques, un tono violaceo, abrazaba un negro azulado, su moviento balsamico, mimaba la vista, hechizante y confuso, pero bello.
Las notas armonicas de un viejo piano acariciaban las cuerdas de un violin, la melodia lo hacia aun mas estraño, ¡pero mis piernas habian dejado de temblar!, sus manos recorrian mi espalda, ¡queria tocarle!, ¡necesitaba sentirle!, pero pude ver un mantel que cubria la madera quebradiza de una rustica mesa labrada, el mantel era tan fino que dejaba entrever el tallado de la misma, en el centro se ergüian dos rosas, en un mistico jarron, parecia chino, crei recordar por un instante mis clases de arte en la universidad, intentando saber a que dinastia pertenecia, a cada lado dos enormes velas como ferreos guardianes, iluminaban la cena.
Tus ojos salieron de las tinieblas, el pañuelo de seda negro que cubria tu rostro, se deslizo por tu espalda semidesnuda, haciendote estremecer mientras contemplas un estrecho pasillo, de velas perfilado, las pardes se ocultaban en las sombras de las llamas languidecientes, que danzaban al son de la brisa nocturna, que se abriapaso desde la noche, a pocos metros de la entrada.
Las telas trepaban por el cemento que fundia los bloques, un tono violaceo, abrazaba un negro azulado, su moviento balsamico, mimaba la vista, hechizante y confuso, pero bello.
Las notas armonicas de un viejo piano acariciaban las cuerdas de un violin, la melodia lo hacia aun mas estraño, ¡pero mis piernas habian dejado de temblar!, sus manos recorrian mi espalda, ¡queria tocarle!, ¡necesitaba sentirle!, pero pude ver un mantel que cubria la madera quebradiza de una rustica mesa labrada, el mantel era tan fino que dejaba entrever el tallado de la misma, en el centro se ergüian dos rosas, en un mistico jarron, parecia chino, crei recordar por un instante mis clases de arte en la universidad, intentando saber a que dinastia pertenecia, a cada lado dos enormes velas como ferreos guardianes, iluminaban la cena.
El vino coria por nuestras venas, un reserva de rioja, etremecia el paladar, mis dedos recorrieron su brazo, a la luz de la chimenea francesa que surgia de la pared, busque sus labios, mientras mi espalda quedaba, por fin, al descubierto.
Deslice mis manos por debajo de la camisa negro azabache, que incitaba con su profudidad a perderse ella. Sus dedos suspiraban en mi piel, y senti como mi sexo encendido le llamaba, mis medias calleron al suelo, mis piernas de nuevo temblaban, al unisono de sus caricias, cnd senti su lengua acariciar mis labios, no podia controlar mis manos, y mucho menos las de el, cuando rodeo mis senos, aprete su cara entre mis piernas ¡le buscaba!, ¡le desaba!, no hizo falta nada mas, no sabia como, pero sabia como leer mi cuerpo a la perfeccion. Me recosto sobre la cama, me hizo desear hasta tal punto que entrara en mi, que me estremecia de solo imaginarlo, senti su polla abrirse paso entre mis labios empapados, que suspiraban en cada centimetro que introducia, pasaba una eternidad, cuando nuestros cuerpos fueron uno solo, senti como si algo estallara dentro de mi, el lo noto y por un instante ceso en sus lentos movimientos, que me habian llevado suavemente, al orgasmo, le abrace tan fuerte que se tumbo sobre mi, ¡necesitaba sentir su cuerpo!, ¡su piel!, ¡su olor!, jamas habia sentido algo asi.
Hicimos el amor toda la noche, hasta caer exhaustos, el uno junto al otro, hasta quedarnos dormidos, sintiendo la respiracion del otro, y su cuerpo entrelazado, hasta el amanecer.